Somos como las grecas.
Aguantamos una presión altísima para producir un néctar que provoca felicidad. Pero sin el calor, ni el café, ni el agua, ni la chispa, no habría felicidad. Somos el producto de transformaciones interminables.
Eso sin mencionar las miles de cosas que suceden antes de que el café llegue a la greca. A veces no ha cosechado el café bien y ya queremos colarlo. ¿No te ha pasado?
Hay días pivote, uno se sube en un pie, y el golpe que recibe te dice hacia donde ir. Puedes usar el golpe como impulso, elegir bien las cosas que vas a perder para ganar la paz de seguir caminando, seguir hirviendo si se quiere, o puedes quedarte rígida y aguantar la deformación.
Para eso tienen las grecas 6 u 8 lados, para que la presión nunca las deforme. Sé así. Reparte las fuerzas entre diferentes formas de crear felicidad. Tenemos muchos talentos, si uno se cansa, usa el otro, las grecas son regularmente buenas para atraer gente. La gente normalmente produce felicidad si se les trata bien: ¿Tú como estás tratándote a ti?
Sé como la greca, cuando la presión golpee una pared, encontrará una esquina puntiaguda tan fuerte que no dejará ni rastros de que alguna vez estuvo allí.
Hay días que la presión es un impulso para amar lo que haces un poquito más.
Nunca he visto una greca cansada de colar en mi vida.
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