Recuerdo el sitio donde pasé momentos memorables de mi infancia. Santo Domingo no era ni la promesa de lo que es hoy. En las afueras de la ciudad, había sitios que parecían zonas rurales puramente. Nosotros vivíamos cerca de un lugar que le decían la colina. Y teníamos matas de Higuero, que todo el mundo quería cortar porque “iban a caerle en la cabeza a alguien un día” pero en verdad, eran hermosas.Es difícil ver una planta como esa en medio de esta ciudad.Recuerdo que hacía trompos con ramas del árbol de la guayaba. Un día en una clase de Naturales, creo que en 7mo u octavo, la profesora dijo que en los bosques tropicales, las plantas suelen adoptar la forma de la rosetta, o sea que las hojas se extienden menos en la parte superior para dejar pasar la luz a las hojas que estaban debajoNunca olvidé ese asunto: deja pasar la luz.