Invité a Junior y Francis Javier a comer hoy. Junior tiene 12 años y Francis, alias Tripleta 8. Ambos son más desinhibidos que yo, que no quería hacer las típicas preguntas que si van a la escuela, o cuántos hermanos tienen o qué hacen sus papás. Nunca pregunto eso porque la respuesta usualmente es como la de Tripleta. Que tiene 7 hermanos, que viven en La Javilla, que su papá es mecánico pero que está preso porque cuando alguien no le quiso pagar, lo agredió. Que va a la escuela en la mañana… aunque está de vacaciones. Que su mamá necesita trabajo, que si yo no sé de alguien que la pueda ayudar.El gerente los quiso sacar, obviamente. Yo lo entendería, no estaban muy bien vestidos y estaban aterrados de que todo el mundo los mirara. Hasta yo me quería ir.Pero el escenario es el escenario, la vida es la vida. El que se quiera ir, sabe lo que tiene que hacer. Así que procedimos a ignorar al gerente.Tripleta, qué gracioso nombre. A qué se debe, le pregunté. Me pusieron así cuando me caí de una tercera planta. Estaba volando chichigua. Se me enredó en el cuello la soga, y no sentí nada, solo cuando caí. Me pusieron 8 pintas. Tenía 6 y sobreviví. El niño aprovecha para preguntarme si yo considero que Boca Chica es un buen lugar para emprender con su limpiabotas. Me mencionó decenas de lugares de Santo Domingo donde no hay dinero. Donde nadie limpia, donde nadie da. Tiene mapeada la ciudad.La peste de la microeconomía morada.Junior es menos optimista, Boca Chica es peor, dice él. Es menos optimista, pienso yo por la edad y porque no se cayó de una tercera.Gracias a Dios, y a usted, me dice Tripleta. Y antes de irse les doy la clave: si quieren caerle bien a las mujeres que nos atienden, limpien siempre la mesa antes de irse. Eso es agradecer.No pierdan de vista estos aspectos de la realidad. Y comparen con ellos su humanidad.#stories #city #storytelling #life #dominicanrepublic #business