El café detiene el tiempo, por eso nos gusta.Esta gente que viaja con nosotros lo sabe.Cuando empiezan subir a la loma, los paisajes alrededor son tan impresionantes que el tiempo se detiene y uno siente que los problemas de la vida cotidiana son pequeños y logramos ponernos por encima de ellos.Eso mismo provoca nuestro café. Damos fuerza a las personas antes de que enfrenten los tapones de la capital en la mañana, o cuando después de comida necesitan un ligero impulso para seguir. Ayúdamos a las personas a sentir la frescura del campo en una taza de café. A aprenderse el nombre de un pueblo nuevo, a descubrir su sabor, su diferencia, su aroma, su riqueza.Es como si cada mañana se levantaran en una finca a recoger café y el café tuviese el poder de cambiar lo difícil por misiones cumplidas.